En 1833, una epidemia de cólera azotó a la población de Iztapalapa.
Familias enteras murieron y el panteón local pronto se quedó sin espacio.
Desesperados, los habitantes realizaron una peregrinación al Cerro de la Estrella para pedirle al Señor de la Cuevita que los contagios cesaran.
Fue así que en 1843 inició una tradición que anualmente congrega a millones de personas en el Cerro de la Estrella.
Los que participan
en esta representación
deben vivir en alguno
de los ocho barrios de Iztapalapa, ser católicos
y no tener vicios.
Y poseer una condición física adecuada para cargar la cruz de 90 kilos durante casi 2 kilómetros.
Sólo se puede ser Cristo de Iztapalapa una vez.
Los aspirantes al papel de Jesús deben ser solteros, sin hijos, y no tener tatuajes ni perforaciones.
Son consideradas Patrimonio Cultural Intangible de la CDMX.
Estas escenificaciones teatrales se realizan entre el Domingo de Ramos y la Pascua.