En 1985, una pelea entre fanáticos radicales del Liverpool y la Juventus dejó 39 personas muertas en el estadio de Heysel, Bruselas.
En reacción a la tragedia, Margaret Thatcher, la primera ministra británica, implementó una serie de medidas para controlar a los aficionados violentos.
La primera medida fue vetar de por vida a los líderes hooligans de los estadios e instalar cámaras para identificar a los fans más violentos.
Así como infiltrar policías en las barras y triplicar el costo de los boletos. Esto logró una drástica disminución de la violencia.
Las medidas tomadas por las autoridades mexicanas fueron criticadas por no ser suficientemente firmes.
¿Es necesario llegar a los extremos de Inglaterra para eliminar la violencia en el fútbol?