La central eléctrica de Fukushima, dañada por el tsunami de 2011, produce todos los días 100 mil litros de aguas residuales.
El agua, que se utiliza para enfriar los reactores, se filtra y almacena in situ. Sin embargo, está alcanzando su capacidad máxima.
1.34 millones de toneladas de agua acumulada (equivalente a 540 albercas olímpicas) se liberarán frente a la costa noreste de Japón a una velocidad máxima de 500 mil litros por día.
El plan debería durar hasta la década de 2050.
El agua se diluirá y filtrará para eliminar todas las sustancias radiactivas, a excepción del tritio.
Si se inhala o ingiere, el tritio puede presentar un riesgo. Pero según los expertos, sólo las dosis muy altas son perjudiciales para la salud.
A pesar de la luz verde de la Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), algunos científicos se muestran escépticos ante esta liberación sin precedentes de aguas residuales.
La operación ya está teniendo impacto en las exportaciones japonesas de productos del mar. China y Hong Kong ya han impuesto restricciones.
Las comunidades pesqueras de Fukushima temen que su negocio se vea afectado.