El 18 de septiembre del 2000, Soraya se convirtió en la primera mexicana en ganar un oro olímpico.
Pero su historia tuvo un triste desenlace.
A los 11 años, Soraya comenzó a practicar halterofilia. Pronto comenzó a destacar en competencias nacionales e internacionales.
El machismo en este deporte no la desanimó. Soraya contactó al entrenador búlgaro Georgi Koev y, tras una intensa preparación, alcanzó la gloria olímpica.
Después de los JJ.OO. de Sídney, el medio deportivo esperaba mucho de Soraya, pero problemas extradeportivos acabaron con su sueño.
En 2002, falsificó documentos para participar en un Mundial Universitario y dio positivo en un control antidopaje por consumo de antidepresivos.
Los problemas extradeportivos y un desgarre en la rodilla la llevaron a retirarse en 2004.
Para mantenerse, daba clases de halterofilia y recibía una beca mensual de un patrocinador.
Gran parte de sus ingresos los donaba a labores altruistas.
Su salud sufrió un rápido deterioro con 14 operaciones de rodilla, 5 paros cardiorrespiratorios y la pérdida de un pulmón.
Soraya falleció el 28 de marzo de 2013 de un infarto agudo al miocardio.
Sus triunfos, sin embargo, vivirán por siempre.