Los sismos son uno de los fenómenos naturales más comunes del mundo.
Sin embargo, hay regiones que son más susceptibles de padecerlos.
México es de los países con más actividad sísmica, registrando al año más de 90 temblores superiores a 4 grados Richter.
Esto equivale al 60% de los movimientos telúricos del mundo.
México está ubicado en una zona sísmica donde interactúan cinco placas tectónicas: la de Norteamérica, Cocos, Pacífico, Rivera y Caribe.
Estas placas se desplazan o cambian de posición, chocan entre sí y deforman la corteza terrestre.
Cuando este material no soporta más presión, se rompe liberando una gran cantidad de energía, provocando un sismo.
Los sismos son más frecuentes en el sur del país, donde las placas se mueven 7 centímetros por año.
En el norte la velocidad es solamente de 3 centímetros por año.
El movimiento de las placas tectónicas no se puede controlar.
Y por ello, tampoco es posible predecir cuándo ocurrirá un sismo.
Sin embargo, los sistemas de medición son cada vez mejores.
Y la población ha aprendido a reaccionar de manera más oportuna con medidas de prevención.
En México, aprendimos a reaccionar frente a lo que no se puede controlar.
Hemos cultivado el valor de la solidaridad y creamos una memoria colectiva que se enfrenta a cualquier desastre.