El término fue acuñado en 2015 para describir el uso de Azerbaiyán de los Juegos Europeos para desviar la atención sobre las violaciones a los derechos humanos en el país.
En 2018 adquirió relevancia cuando Amnistía Internacional lo usó para referirse al uso que quería hacer Rusia de los deportes con la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014 y la Copa del Mundo de 2018.
Por lo tanto, el sportswashing es el uso del deporte para desviar la atención pública de una conducta poco ética.
El efecto buscado es mejorar la reputación de la entidad, usando la popularidad del deporte para "lavar" la mala imagen y publicidad.
Los casos de sportswashing de más alto perfil son llevados a cabo por Estados autoritarios que han cometido abusos contra los derechos humanos.
Ejemplos recientes que han sido catalogados como sportswashing son los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 celebrados en China y la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Qatar.
También hay muchos eventos recurrentes organizados en países autoritarios, como los Grandes Premios de Fórmula Uno en Bahrein, Azerbaiyán y Arabia Saudita, y el Abierto de China de tenis.
La popularidad de los deportes, equipos y atletas decidirá si los países autoritarios persisten en salvar la reputación a través del marketing o buscan soluciones más reales.
Mientras tanto, los aficionados se preguntan si aún existe una manera en la que el deporte no se vea afectado por intereses políticos.