Durante la peste negra en Europa, eran insuficientes los profesionales de la salud. Fue por ello que los países recurrieron a médicos “empíricos” o de escasa reputación.
Estas personas fueron los médicos de la peste negra y su lúgubre vestimenta, utilizada a partir del siglo XVII, asombra hasta el día de hoy.
Las ropas que utilizaron los médicos en algunos países de Europa fue propuesta por Charles de Lorme, doctor de reyes como Luis XIII de Francia.
La curiosa máscara contaba con lentes y una nariz de pico de 15 cm de largo, estaba rellena de perfume y contaba con agujeros para respirar.
El “pico” podía contener distintos elementos como ámbar gris, hojas de menta, estoraque, mirra, láudano, pétalos de rosa, alcanfor y clavo de olor.
Esta supuesta “protección” estaba basada en la errónea teoría miasmática, que señalaba a los olores fétidos de suelos y aguas impuras como causa de enfermedad.
La vestimenta incluía blusa, abrigo y pantalón, así como guantes y botas de piel. Además, los médicos llevaban un palo de madera para examinar a los pacientes.
Con el fin de la pandemia de peste negra y el aumento en los estudios científicos, desaparecieron este tipo de médicos y sus prácticas quedaron en desuso.
Sin embargo, la máscara se volvió tan popular que actualmente es utilizada como ornamento en el Carnaval de Venecia e incluso ha trascendido al cine y la televisión.